sábado, 5 de abril de 2008

Jumper: Las infinitas Posibilidades de la Teletransportación

Hace poco tuve la oportunidad de ver “Jumper” del director Doug Liman, una película que me entretuvo lo suficiente como para pasar un par de horas agradables en el cine y que básicamente atrajo mi atención por el hecho de tratar sobre un tema que hace volar mi mente y genera muchas posibilidades: La Teletransportación, se imaginan al igual que el protagonista ligarse una hermosa rubia en Paris, surfear en las playas de Australia, tomar sol sentado sobre la esfinge en Egipto, e irse de compras a Japón, todo en el mismo día?.

En realidad el argumento de la película es bastante simple, David Rice, el típico looser adolescente, descubre en una situación límite en la que esta a punto de morir, que tiene el poder de teletransportarse, luego poco a poco aprende a dominar el don y lo primero que se le ocurre para asegurar su futuro independizándose lejos de un padre venido a menos es robar con impunidad un banco teletransportándose al interior de la bóveda, luego de lo cual se dedica a una vida disipada valiéndose del dinero y de su extraño poder hasta que se encuentra con otro jumper y en medio de una confrontación contra los Paladins, una especie de culto moderno pero con raíces medievales que odia a los Jumpers y que se dedica a cazarlos al igual que en la edad media fue supuestamente responsable de la caza de brujas.

Con este simple argumento la película desarrolla una entretenida historia en la que se conjugan impresionantes efectos especiales con un ritmo bastante rápido aunque por momentos caótico y en la que el protagonista Hayden Christensen luce con un poco mas de aplomo que en Star Wars (donde a mi parecer no dio la talla), asimismo podemos ver a un siempre entretenido Samuel L. Jackson con pelo blanco encarnando a Roland el líder de los Paladins.

Sin embargo lo que no me termina de convencer del guion es el origen y vigencia del odio entre Jumpers y Paladins el cual es explicado a través de la frase de Roland antes de ejecutar un Jumper al inicio de la película: “Solo a Dios le corresponde ser omnipresente y poder estar en todos lados a la vez, tu eres una abominación y mereces morir” (No, no la recita en el inolvidable estilo de Ezequiel 25:17 de Pulp Fiction), justificación creíble para la época medieval pero no para el Siglo XX de nuevas posibilidades científicas, mucho más aún si los Paladins son también una especie de freeks cibernéticos que cuentan con todo una parafernalia de armas y dispositivos electrónicos que les permiten hacerle frente a los Jumpers, es decir que lo que para los Jumpers es posible con el poder de la mente para los Paladins es posible con el poder de las máquinas.

Un detalle particularmente curioso para mi es la extraña mixtura que conforman los padres de David Rice protagonizados por Michael Rooker y Adrian Lane, donde no me cabe en la cabeza la idea de ver como marido y mujer a la hermosa y llena de clase protagonista de “Infidelidad” con el siniestro y villanesco protagonista de “Henry retrato de un Serial Killer”, como la hiciste Henry?.

Los actores en general cumplen con sus papeles, sin embargo desde mi punto de vista lo mejor de la película lo aporta el personaje de Griffin, protagonizado por el actor Jamie Bell (increíble pensar que es el escuálido niño que practicaba ballet protagonista de Billy Elliot), un jumper solitario, rebelde, insolente, altanero, impetuoso y lleno de energía que me recordó a uno de mis personajes favoritos del anime: Nishii de Gantz, cada vez que Griffin aparece en pantalla la acción se vuelve impredecible e hiperkinética (recuerdo la increíble escena en la que Griffin arremete furiosamente contra Roland en el mismísimo estilo de “Dragon Ball Z”, en la que Roland solo atina a contemplar estupefacto la imagen de Griffin dando saltos acercándose rápidamente a él antes de recibir un demoledor golpe), razón de más para recomendar Jumper a aquellos que quieran pasar un buen rato de sana distracción en el cine.


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