
“Te cuento que he perdido completamente la motivación por seguir estudiando los cursos que estoy llevando en la maestría, puesto que han resultado ser nada mas que un conjunto de falacias sin aplicación práctica, pues todas esas patrañas sobre liderazgo, motivación, integridad, negociación, ganar/ganar, capital humano, coaching, mentoring y demás, se desmoronan como un castillo de naipes ante el ejemplo que representa mi actual gerente de área”

“Muy por el contrario a lo que nos enseñan en la facultad, el resultado de su éxito se ha basado en el oportunismo mas artero, en seguir los axiomas de Maquiavelo, en pisotear a los demás para escalar, para luego rodearse de una corte de lameculos y comechados que lo secundan en todo y que legitimizan un clima laboral completamente malsano e irrespirable”

“Lo mas incomprensible, es que por sabe Dios que oscuras, infames y retorcidas malas artes, es bien visto por todos sus superiores e incluso por gente de otras áreas, a cuyos ojos es considerado todo un referente y ejemplo de excelencia profesional”

“No sigas”, le respondí sonriendo maliciosamente, “yo se quien puede responder a todas tus interrogantes y cuestionamientos, pues me has hecho recordar a la desgraciada Justine”, le dije cogiendo un voluminoso tomo de mi biblioteca y depositándolo en sus manos, “lee por favor Justine y los Infortunios de la Virtud del Marques de Sade y conversemos dentro de una semana …”

Fue uno de los críticos mas ácidos de la sociedad, lanzándose con temeridad de kamikaze contra casi todas las instituciones de su época, revolucionario en potencia, incrédulo ante los poderes establecidos, cargo furiosamente contra la iglesia, la monarquía y contra la nobleza mas conservadora, terminó pasando sus últimos días en un limbo entre la lucidez y la locura encarcelado en la Bastilla escribiendo sus últimos textos con su propia sangre y excrementos sobre trozos de papel higiénico antes de morir.

Especialmente “Las 20 Jornadas de Sodoma” ha formado parte durante décadas de la famosa lista de textos proscritos por la Iglesia Católica, siendo catalogada de pornográfica, perversa, denigrante, delirante y aberrante, ningún editor se atrevió a publicarla, por lo que tuvo que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX para poder salir a la luz.

Así pues, como dije, Justine fue su primera obra y la mas “sutil” si es que de alguna manera se la quiere comparar con el resto de su producción mucho mas polarizada y extremista, donde nos describe el punto de vista diametralmente opuesto de dos personas, exponiéndolos, pero jugando aparentemente a no hacer ningún juicio de valor a favor o en contra de ninguno de ellos, y mas bien cargando al lector con la responsabilidad de sacar sus propias conclusiones, mas aún, el ladino marques nos hace un guiño burlón hacia el final de la novela cuando inclina levemente la balanza hacia el camino que le conocemos opuesto.

Así pues, luego de 15 años, Julieta pasa de una situación precaria y casi desesperada a ser una de las mujeres mas ricas y poderosas de Paris, llegando a convertirse en la condesa de Lorsange, poseedora de numerosos títulos nobiliarios, de cuantiosas sumas de dinero, de bellísimas joyas, de varias casas en el campo y la ciudad, y llegando a ser amante del señor de Corville, consejero de estado y hombre de alta reputación en el gobierno, que se hallaba en vísperas de ocupar un alto cargo ministerial; sin embargo sabemos que la condesa de Lorsange es una de esas sacerdotisas de Venus que debe su fortuna a un rostro encantador, a una conducta desenfrenada, licenciosa y libertina, y a un estilo de vida lleno de numerosos delitos e iniquidades que le han permitido recorrer el largo camino desde pobre pero encantadora prostituta, hasta seductora y calculadora cortesana que sabe utilizar hábilmente sus encantos para embaucar amantes, para luego robarles, chantajearlos, extorsionarlos y hasta asesinarlos para finalmente terminar heredando sus posesiones.

Y es que el marques de Sade demuestra su oficio en aquello que inmortalizó su nombre, pues hace recorrer a su desgraciada protagonista a través de un increíble Tour de Force en el que los maltratos mentales y el sadismo psicológico son tan o quizá mas desgarradores que las pruebas físicas a las que se ve sometida la desdichada jovencita, quien es reiteradamente golpeada, violada, sodomizada y hasta marcada con hierro candente como un animal, pero lo peor de todo es que todas esas vejaciones son siempre acompañadas de disertaciones y diatribas por parte de los agresores, que parecen empecinados en embadurnar su joven mente con sofismas hábilmente planteados por el marques a través de estos depravados personajes, verdaderos filósofos del mal.
“Los trabajos que puede hacer en una casa una niña como vos, Justina, son poco útiles. No tenéis la edad ni el aspecto que os permitan colocaros como queráis; en las casas para nada se desea emplear niñas, pero, si tuvieras un poco menos de esa ridícula decencia, podríais encontrar un buen destino en la casa de cualquier libertino. Debéis tender a eso; esa virtud de la que hacéis gala no sirve para nada en este mundo, y haríais mejor en no alardear de ella, pues así no obtendréis ni siquiera un vaso de agua”.

“Muy poco hija mía, muy poco … se ha perdido ya la manía de hacer favores gratuitos. Quizá uno pueda sentirse orgulloso de ser caritativo, pero esa satisfacción que da el orgullo es tan quimérica y se disipa tan pronto, que se necesitan placeres mas concretos, y por ejemplo en el caso de una niña como vos, preferimos obtener los placeres mas libertinos como premio al dinero que se adelanta, antes que enorgullecernos de haber dado esta limosna”

“Entérate pequeña aprendiz, que el cielo es la cosa del mundo que menos nos interesa. Pero dejemos esa ilusoria idea vuestra y ocupémonos de lo que nos interesa. Os pondré a servir a mi gobernanta y todas las mañanas delante de mi, tanto ella como mi criado os someterán a unas pruebas cuyo espectáculo despertara mis adormecidos sentidos, como no lo consigue la mas voluptuosa de las mujeres en el mas enamorado de los hombres …”

“En la soledad de los calabozos, Sade tuvo también su noche ética, parecida a la noche intelectual de Descartes. No logró el surgimiento de su evidencia, pero por lo menos cuestionó todas las respuestas demasiado fáciles. Si es posible superar la soledad de los individuos es a condición de no conocerla. En el caso contrario, la promesa de dicha y de justicia envuelve las peores amenazas. Sade ha vivido hasta las heces el momento del egoísmo, de la injusticia, de la desdicha y clama por la verdad. Lo que constituye el valor supremo de su testimonio es que nos inquieta, pues nos obliga a plantearnos el problema esencial, que bajo otras apariencias obsesiona a nuestro tiempo: las verdaderas relaciones del ser humano con el ser humano”
